Romani nominis causa: campañas godas en Hispania en nombre de Roma (Primera parte).
Quien viviera en Tarraconense en el año 416 sería testigo de un hecho que sin duda quedaría en sus retinas para siempre: largas caravanas de carretas, cargadas con enseres y niños y escoltadas por guerreros, dirigiéndose al sur. Se trataba del pueblo godo, en un episodio de la larga travesía que había emprendido después de derrotar a los romanos en Adrianópolis (seguramente, aún habría supervivientes de aquella batalla en esa caravana). Ahora sus circunstancias eran distintas para mal y su nuevo rey, Walia, intentaba llevar a su pueblo a una nueva tierra prometida, África, como ya hiciera uno de sus antecesores, el legendario Alarico. Pero su viaje sería en vano, porque al mando del gobierno romano estaba el general Constancio, que no estaba dispuesto a consentir tal cosa y había bloqueado los puertos hispanos. Los godos tuvieron que retroceder, en un desesperado intento de salir de la ratonera y volver a Galia, pero se encontraron de nuevo con los pasos pirenaicos bloqueados por Constancio. Ante una situación tan desesperada, el rey godo se vio obligado a firmar un foedus con Roma y a aceptar las condiciones impuestas por Constancio: los visigodos debían luchar al servicio del Imperio contra suevos, vándalos y alanos en la Península Ibérica, además de restituir a Gala Placidia a la corte de Honorio (donde se casaría al poco con el propio Constancio). A cambio, obtendrían el trigo suficiente (en concreto 600.000 modii anuales, equivalentes a 52.500 hl.) para subsistir. Era el año 416 y este foedus marcaría la futura historia de Hispania y el imperio.
(Retrato de Walia por Alejo Vera: commons.wikimedia.org/wiki)
HIdacio dice expresamente que Walia, una vez firmado el pacto con Constancio, atacó primero a alanos y vándalos silingos, asentados en Lusitania los primeros y en Bética los segundos (HYD. 52). Sabemos por el propio obispo galaico que en el reparto de la diócesis Hispaniarum de 411, Lusitania y Cartaginense (aunque parece que esta provincia no fue ocupada) les habían correspondido a los alanos, Bética a los vándalos silingos, mientras que vándalos y suevos habían obtenido Galaecia (HYD. 41). También sabemos por Hidacio que los alanos gobernaban sobre suevos y vándalos (HYD. 60: “Alanis, qui Vandalis et Sueuis potentabantur”; Chron. Gall. a. DXI, 562). Constancio, pues es difícil no ver su plan en la estrategia goda, envió a Walia primero a recuperar la rica Bética y hacerse así con el control de la costa mediterránea, pues una de las políticas clave del gobierno romano fue siempre intentar alejar a los bárbaros de las costas mediterráneas (incluso existía una ley que prohibía estos asentamientos). Su siguiente objetivo fue quebrar el poder del pueblo más importante entre los invasores, el de los alanos. Yo creo que podemos descartar un trato de favor por parte de las autoridades romanas hacia suevos y asdingos: los hechos posteriores demuestran sin duda que la intención de Constancio era la eliminación de todos los grupos bárbaros asentados en Hispania.
(Distribución de los pueblos bárbaros en 411: P4K1TO para commons.wikimedia.org)
La guerra se extendió a lo largo de los años 416 y 417 y la única información al respecto que tenemos es una breve entrada en la crónica hidaciana para el año 417: “Walia rex gothorum Romanis causa intra Hispania caedes magnas efficit barbarorum” (HYD. 55; es muy posible que OROS. 7. 43, 15 aluda a esta fase de la guerra), es decir, los godos eliminaron a una gran cantidad de enemigos, seguramente asdingos y alanos. Podemos deducir que la guerra se desarrollaba sin resultados definitivos hasta que los vándalos silingos fueron estrepitosamente derrotados en el año 418 (HYD. 60; IORD. Get. 166) y, según Hidacio, completamente aniquilados por los visigodos, lo que posiblemente sea una exageración: el obispo se está refiriendo a la eliminación de su núcleo aristocrático y, por lo tanto, de su potencia militar, aunque es bien cierto que los vándalos silingos desaparecen de la Historia (lo más probable es que fueran absorbidos por los alanos o los vándalos asdingos).
El siguiente paso fue la derrota de los alanos (Burgess ha demostrado que el episodio de la captura de su rey Fredbal mediante engaños fue una inclusión posterior a la Crónica y por lo tanto no la voy a considerar aquí). Hidacio lo expone con rotundidad: los godos infligieron tales bajas a los alanos que, muerto su rey Addax, los supervivientes se pusieron bajo la protección del rey vándalo Gunterico, propiciándose un fenómeno denominado etnogénesis. A partir de este momento, los reyes vándalos pasaron a llamarse Rex Wandalorum et Alanorum (OROS. 7. 43, 13-15).
(Objetos probablemente alanos del tesoro de Airan, Francia: Pascal Radigue para fr.wikipedia.org)
Como se puede observar, a partir de las noticias de Hidacio no es posible determinar la geografía de esta guerra y donde se produjeron las batallas, si bien parece lógico que se combatiera en Bética y Lusitania, lugar de asentamiento de vándalos y alanos. Por eso, es conveniente contrastar la Crónica con el testimonio proporcionado por Sidonio Apolinar (SID. APOLL. Carm. II, 362-365) en el panegírico dedicado a Ricimero, en el que alaba las grandes victorias de Walia, abuelo materno del protagonista del laudo. Según Apolinar, los combates se habrían desarrollado en tierras tartesias, cerca del estrecho de Gibraltar. Esta información ha inducido a García Moreno a sostener la existencia de una alianza defensiva entre alanos y silingos y su derrota conjunta a manos de Walia en las cercanías de Calpe. Sin embargo, parece más probable, siguiendo a Hidacio, que los godos primero eliminasen a los silingos y luego se ocuparan de los alanos. Lo interesante del testimonio de Apolinar es que al menos aporta una localización geográfica, el sur de la Bética, lo que plantea la posibilidad, no descartable del todo, de que silingos o alanos estuvieran intentando huir a África.
(Soldado de caballería vándalo: mosaico de Bordj-el-Djedid, Cartago, c. 500: hmong.es/wiki)
En teoría, el siguiente paso de Walia y su ejército sería la eliminación de los otros dos pueblos bárbaros que quedaban en Hispania y que ocupaban el tercio noroccidental de la Península Ibérica, a saber, vándalos asdingos y suevos. Pero antes de cumplir los objetivos propuestos, Constancio decidió ordenar el regreso de los visigodos a Galia, donde, mediante un nuevo foedus, los instaló en las provincias Aquitania Segunda, Novempopulana y Narbonense Primera, con Tolosa como capital (HYD. 61; PROSPER. 1271; Chron. Gall. a. DXI 565; IORD. Get. 173). Una vez instalados los godos en Aquitania, Constancio encargaría al ejército romano, al mando del comes Hispaniarum Asterio, terminar el trabajo emprendido por Walia, de lo que no fue capaz (hablaré de esta campaña en su momento).
Muerto Constancio, su sucesor Castino intentó afianzar su poder eliminando a los vándalos, que tras la fallida campaña de Asterio de 420, se habían instalado en la provincia Bética. Así, en 422 condujo un ejército hacia el sur hispano, en el que iban integrados auxiliares godos (HYD. 69). Cuando ya tenía acorralados a los vándalos y solo quedaba esperar su rendición, cometió el grave error de atacarlos y fue derrotado y obligado a huir a Tarraco, señal inequívoca de la magnitud de su derrota. Aunque esta batalla ha quedado en el olvido, sin duda es una de las más importantes de la historia del imperio tardorromano, pues la supervivencia de los vándalos, cuya eliminación estaba prácticamente consumada, fue desastrosa para Roma. Aunque Hidacio no menciona nada al respecto, algunos historiadores han visto la mano de Gala Placidia detrás de esta derrota, pues seguiría teniendo mucha influencia entre los godos tras su boda con Ataúlfo y esta relación habría propiciado que estos traicionaran a Castino, con quien Gala estaría enfrentada en su lucha por el control del gobierno imperial.
(Crónica de Hidacio, München, Bayerische Staatsbibliothek -- P.lat. 2321 n: www.europeana.eu)
La última vez que auxiliares godos intervinieron en Hispania formando parte de un ejército romano fue en 446, cuando el magister militum Vito fue enviado a Bética y Cartaginense (HYD. 126). Allí, sufrió una severa derrota a manos de los suevos, lo que obligó a su retirada, aprovechando los suevos la situación para saquear esas provincias.
Bibliografía.
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P. C. Díaz. 2011. El reino suevo (411-585). Madrid: Akal.
L. A. García Moreno. 1989. Historia de la España visigoda. Madrid. Cátedra.
A. Gillett. 1995. The birth of Ricimer. Historia 44, 380-384.
F. J. Sanz Huesma. 2011. Romanos, bárbaros y bagaudas: Hispania entre 408 y 456 D.C. Saarbrücken: Editoral Académica Española.
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